Tal parece que el poeta está de vuelta,
hastiado de mundo
satisfecho de sus pocos intentos y experimentos.
Detrás de cada representación cotidiana
bajo el disfraz del ciudadano explotado de siempre ha estado ahí:
evadiéndose, mimetizándose, observando,
a la espera
sirviendo tragos y buffetes
limpiando mesas
vendiendo libros
jugando el rol de estudiante
haciendo encuestas
remodelando tiendas
vendiendo barata su mano de obra y su tiempo
preparando ensaladas
haciendo entregas en bicicleta
levantando bardas
armando cimientos
echando mezclas
repartiendo volantes
malbaratando chácharas en tiánguis...
Ahí, siempre latente, siempre presente.
Hoy tiene ojos de viajes y gente,
manos de experiencia compartida
voz de vientos y suspiros.
Ya escucha con los ojos
habla y acaricia con la mirada.