Se acumula tanto vacío
que desborda.
El silencio excedente
se torna alarido zumbante;
el hablar pierde sentido
en balbuceos oscilantes.
Y la bilis siniestra escurre
fluye por celulosa muerta
se prende a iris oscuros
se impregna como tierra bajo las uñas
tiñe venas al color de infinitos hoyos negros.
Y desconoce interpretaciones lugareñas
-dentros, fueras-
circula
se transforma
de grietas en las comisuras
a sudores que se excretaron juntos.
Y tizna extintas brasas.
Nuestro fulgor apaga
en estas sombrías líneas
de tinta pétrea
esculpida por el tiempo.