viernes, septiembre 20, 2013

19-09-13


Se acumula tanto vacío 
que desborda.

El silencio excedente
se torna alarido zumbante;
el hablar pierde sentido
en balbuceos oscilantes.

Y la bilis siniestra escurre
fluye por celulosa muerta
se prende a iris oscuros
se impregna como tierra bajo las uñas
tiñe venas al color de infinitos hoyos negros.

Y desconoce interpretaciones lugareñas
-dentros, fueras-
circula
se transforma
de grietas en las comisuras
a sudores que se excretaron juntos.

Y tizna extintas brasas.

Nuestro fulgor apaga
en estas sombrías líneas
de tinta pétrea
esculpida por el tiempo.



17-09-13


Llegas nocturna
me rodeas como marea alta
y me vuelves islote

Me abrazas con tus aguas
y tus bravas olas
-gozosas de ímpetu-
erosionan mis peñascos
nuestro contacto nos vuelve espuma y arena

Al amanecer de nuevo te alejas
y en vano
intento el remanso

Quebrado y un poco más hueco me dejas

Y la misma aliada que ayer te trajera
hoy te aleja
con su carga de inmundicias, penas y promesas...

09-09-13


La hermosa mujer se ha ido
cargo con lo indispensable
sus recuerdos, intentos, libros.

Me dejó las cosas que sin ella no sirven:
la cajita llena de mariposas que le recogí de una carretera en Tabasco
sus pececillos que dejé morir - por evadirle y por olvido-
el cuadro que le regalé- ahora en pedazos- su primer cumpleaños juntos
ese edredón cargado de orgasmos y sueños no cumplidos
y -principalmente- la sensación maldita
de que haga lo que haga
todo se ha jodido

22-08-13


Recuerdas La Nausea de Sartre? Desde hace muchos años -creo que por ello comencé a escribir- he sentido una sensación similar, sólo que yo la llamaba "el vacío". No es un vacío por no estar satisfecho o no tener algo, más bien es aquello que genera el saber que al final de los tiempos todos será engullido por un maldito agujero negro. Y ante esto la muerte, las separaciones y el olvido son caramelos.

24-07-13


El amor es un cadáver exquisito, ilegible en su totalidad para los amantes. Sólo la muerte tiene la lectura completa. Algunas veces se apasiona tanto que lee en voz alta los episodios idílicos. Olvida que el viento espera atento cualquier presagio para comunicárselo al hombre - agradecido por descubrir en él el don de la música-. Entonces acude con alguno de los amantes alejados y con un fuerte ventarrón, que azota todo a su paso, logra abstraerlo y le zumba fuerte un secreto del otro. Otras ocasiones con suaves aires emula caricias olvidadas, o con escalofríos le remite agonías de éxtasis nocturnos.

Él siempre hace alianzas para emitir sus mensajes: con las brisas costeras que abochornan cuerpos sudados; con el polvo y las basurillas que levanta en remolinos, como las promesas dichas; con los árboles y arbustos del camino a quienes hace danzar, como se mecían al andar juntos... En especial gusta de asociarse con los aromas por ser la manera más sutil y efectiva de comunicarse, cuando menos lo esperan,  les llega esa esencia del antiguo regazo.

Es una lástima que el hombre se halle casi siempre escribiendo solo su parte, y no pueda escuchar ni ver fuera de sí mismo.

21-07-13


Me avergüenza tener que matar la implícita promesa de vidas conjuntas hasta la muerte.
No consideré que el polvo de la distancia nos hace volar tan rápido como fúnebre ceniza.

Maldición Trascendental


1-El pasado nunca muere, sólo se transforma constantemente hasta el de fin todos los futuros y presentes.

2-Todo está condenado a formar parte del pasado. Así como la vida a la muerte y el intento al fracaso están destinados a ocurrir finalmente. Sólo podemos aplazarlo.

3-El pasado conlleva experiencia y trauma, y amenaza de predeterminación impuesta como marco de referencia o ceguera temporal -pues no permite apreciar de manera clara- que nos orilla a la generalización o idealización.

4- Todo acto pasado, irremediablemente, tiende a repercutir, influir, marcar, determinar o cambiar las micro-milésimas de segundo de consciencia que tenemos (el "tiempo presente") y el variable pasado que construimos (el "tiempo futuro").

Irremediable o inmutable: Pasado
Extinguir constante: Presente
Pasado variable: Futuro

5- Solamente el estado de consciencia puede amalgamar los fragmentos de percepción del tiempo, logrando modificar un poco los resultados del pasado variable. Lástima que ser consciente requiere de un constante esfuerzo e intento y al concebirlo deja de existir...

12-07-13

Siempre he tenido esa cabeza inconforme, maniatada por un puto espacio de confort -alguien con quién compartir restos y sobras; engañarse pensando en el futuro, aunque sin disfrutar por el miedo a la pérdida y angustiado por la factura de la muerte pendiente-.

Estúpida incongruencia disfrazada de dialéctica: trabajar por sobras, esperando poderle pedir a la tienda de raya un crédito para comprar un poco de libertad y envenenarme por diversión y repudiar todo aquella disciplina que conduzca a cualquier trascendencia; disfrutar un "presente" que se extingue constantemente, evadiendo las repercusiones y posibilidades del futuro; tratar de olvidar todo lo que estorba y enfrenta, incluso el hecho de que el recuerdo transmuta en experiencia y la experiencia en conocimiento (nuestros recuerdos y olvidos requieren de manera urgente de una decisión consciente...);  temer tanto a la soledad -y a la responsabilidad que conlleva- orillado a mantenerme cerca de alguien a costa de engendrar rencores y odios, reproches, dependencias, adicciones...

[Así surge la "Maldición Trascendental"]

04-07-13


Hay días que amanezco nublado...

03-07-13

Trataré de hacer (constantemente consciente de estar despierto en un sueño) algo cuyo resultado no pueda ver mas que tiempo después, largo tiempo después. De esta forma sentiré que quito una raya a la muerte. Será mi manera de desafiarle. La inactividad y el aburrimiento, las estúpidas rutinas y reacciones, los condicionamientos y cerrazones de mente y actos, la cobardía y la apatía sólo nos fermentan, nos pudren antes de tiempo. Sembrar semillas de cuyos frutos no comeremos, es lo más cercano que tenemos a la inmortalidad.

El Arreglador


Cada que sentía que algo iba mal en su vida, que regresaban aquellos recuerdos y reproches por los cuales en su momento presente no podría ya hacer nada, se disponía a sacar los papelillos donde iba anotando sus historias no cuajadas-servilletas sucias, publicidad que le daban en la calle, hojas arrancadas de diversos cuadernos-; desarmaba los rompecabezas de paisajes o imágenes de arte clásico; revolvía sus libros; desalojaba la ropa del closet.

Así, en medio del caos que creaba en pocos minutos, tendría el poder de arreglar algo-o intentarlo al menos- por horas, días, semanas…

Pero al transcurrir del tiempo y observar su avance, al mirar que estaba a punto de terminar, volvía esa premonición que el vacío del orden le generaba. Y, de nuevo, desarmaba todo, desarticulaba los poemas y cuentos-palabra por palabra-; desordenaba lo que había podido reacomodar. Todo para estar, otra vez, en medio de ese caos al cual se había habituado desde hacía mucho tiempo y que de alguna manera era el espacio confortable donde sabía vivir mejor.

El arreglador no podía acabar, ya que lograda su misión, no le esperaba nada.