martes, febrero 12, 2013

SACUDIENDO LETRAS

(o Intento de Homenaje a Whitman por un Librero)

La explosión de los motores de la avenida rompen el letargo de las palabras impresas:

Reyes evoca las perdidas visiones del extinto Anahuac y
a su lado reposa el espíritu del Ariel de Rodó.

Fantasmas sordos o déspotas irrumpen de repente
merodean
revuelven
y sin devolver la mirada desaparecen.

Luego la calma
y
de nuevo el ruido.

A veces 
una que otra marea arriba a estas menesterosas costas
pero su oleaje
llega, rompe
-y siempre-
se va...

He escuchado como se alejan los cantos de sirenas
-de ojos color miel-
y he evitado adentrarme a miradas oscuras
por temor a petrificarme.

Y no sé que me sorprende más,
las ignorancias conformes
o las abrumadoras sapiencias,
mas bien 
procuro disfrutar de todo:

A la señora que buscó las "comedias del auto"
obra de de literatura romana
(según su hija)

Al maleante de cicatriz en la nariz 
que pasó de ser una amenaza
al único oído por algunos días

A los hermanos masones que se hallaron por azar
o a los que practican las palabras de Israel
desde este remoto lugar

Al que como el escorpión de la fábula con la rana
no pudo con su naturaleza 
y al primer descuido 
recurrió a sus cultas aficiones cleptómanas

Al estudiante de ingeniería que consume más literatura
que todos los "humanistas" juntos
-que yo conozco-

A los que regresan satisfechos por alguna recomendación
o a quienes se van y no vuelven más

Y que decir del precavido vecino
un pequeño perro negro
que acude puntualmente a su cita con la naturaleza
voltea a ambos lados de la calle 
y atraviesa con calma
-por fin después de meses de saludarlo
ya me voltea a ver-

Después de una buena sacudida
de polvos de tiempo y letras
nada mejor para apaciguarse que un café,
un par de inciensos y un buen libro.
Y a aguardar sin esperar nada; 
así caen solitas las sonrisas francas
las vistas sorpresivas
las amenas charlas
las historias increíbles y las dignas miradas.

Sin embargo, a veces, el caos interno se me desata
se me alborotan los polvos
y solo se asientan cuando me ubico
entre siglos de conocimiento
miles de vidas
influencias
alternativas
decisiones
y así recuerdo
comprendo
escucho:

las promesa aún no cumplida de Nietzsche
lo rancio de Jodorowski
el peligroso cáliz de Cioran
los miedos de Gilgamesh
el temor de perder a la Sofía de Auster
las llamadas al oficio de Ceram, Bernal, Lawrence y Litvak
la dolorosa tregua de Benedetti
las interpretaciones misteriosas de la cábala o el I ching
la erótica de González Rojo
la tentación de buscar a la Violetta de Velasco
las verdades biológicas de Morris
la excelsa sátira de Samosata
la nostálgica Ausencia de Lezama
la sinceridad de Bukowski
las atmósferas de Lovecraft
la histórica prosa de Madariaga
la vibrante poética de Paz
y que decir de la esencial riqueza de Withman...

Y cada libro aún no leído
representa un horizonte desconocido
que invita a su exploración. 


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