De repente llegas. Te antecede un agobiante hastío y una marejada de recuerdos se disponen a azotar mi puerto. Como siempre, sé, no debo rendirme. Pero cuanto cuesta sobreponerme. Y creo que sólo escribiendo logro aminorar el daño. Alguna extraña patología me obliga a crear más caos para tener algo que hacer, para poder resarcir algo, reparar, acomodar. Sentir que puedo arreglar cualquier cosa... [Así surge la idea para "El Arreglador" escrito ese mismo día]
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