La hermosa mujer se ha ido
cargo con lo indispensable
sus recuerdos, intentos, libros.
Me dejó las cosas que sin ella no sirven:
la cajita llena de mariposas que le recogí de una carretera en Tabasco
sus pececillos que dejé morir - por evadirle y por olvido-
el cuadro que le regalé- ahora en pedazos- su primer cumpleaños juntos
ese edredón cargado de orgasmos y sueños no cumplidos
y -principalmente- la sensación maldita
de que haga lo que haga
todo se ha jodido
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